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miércoles, 27 de enero de 2010

«TE CONSAGRÉ PROFETA DEL AMOR»


El aforismo «La caridad bien entendida comienza por uno mismo» puede incluir la justa advertencia a evitar la dispersión en perjuicio del cumplimiento de los propios deberes, o bien puede ser una declaración desenfadada del egoísmo más sutil.
Como es conocido, el corazón del hombre puede salir miel o hiel.

Pero más que detenernos en la negatividad de la hiel, deseo destacar de las lecturas de este cuarto domingo del T.O, tres contenidos determinantes de ser seguidores de Cristo.
La primera la hallamos en la lectura del libro del profeta Jeremías.
«Antes de formarte en el vientre, te escogí, antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles»
Y eso que Dios hizo con Jeremías, transformó toda su vida. El recuerdo le fortalece, cuando el fracaso y la oposición lo debilitan.

Y podemos aplicarnos a nosotros la experiencia de Dios que tuvo Jeremías, cuando reconoce que Yahvé puso sus palabras en su boca y tendrá que pasar toda clase de persecuciones y a pesar de todo ello, exclama como alma enamorada de su Dios:«Me has seducido, Yahvé y me dejé seducir» (20,7).
Nos hemos dejado seducir los seguidores de Cristo para poder anunciar su salvación como proclama el salmo responsorial 70. ¿No es cierto que podemos cantar con el salmista? «Mi boca cantará tu auxilio y todo el día tu salvación ¡Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas»

El segundo contenido es junto con el evangelio, la estrella de todas las lecturas.
El Himno al amor. ¿Podemos ser profetas sin tener amor sin habernos enfrentado a nuestro ego en primer término y a los que no están a favor de nuestros pensamientos?
Pues antes de que concluya el tiempo de predicar, de hablar lenguas, de saber, hagamos un esfuerzo para que nuestro amor sea servicial, sencillo, humilde, amable, apacible, sereno y que nos haga gozar de la felicidad de los demás y de estar a su lado en las contrariedades de la vida y sobre todo y primordial« Un amor alegre porque sabe que vive en la Verdad »

Nos habla San Pablo de nuestra inmadurez, por esa razón somos caminantes y en el camino nos caemos muchas veces, pero nuestro Dios que sabe como es nuestro corazón si le miramos con humildad, él que es Padre nos dará la mano y volveremos a andar por sus sendas hasta que lleguemos a la madurez, que es ver a Dios o como yo prefiero expresar más que ver, estaremos en él, ya que entiendo que para mí…verlo me sabría a poco, quiero estar más, mucho más cerca y sin dejar de ser yo, estar en la TRINIDAD, ¿ a caso dos enamorados se conformarían sólo en verse?
Y para conocer a Dios necesitamos fortalecer, Fe, la Esperanza y la Caridad y destaca como lo más grande «El amor»

El tercer aspecto que deseo comentar lo hallamos en el evangelio de Lucas 4,21-30
.
La Palabra que escuchamos nos convierte en auténticos profetas con una misión de gracia para todos los sencillos de corazón. A ejemplo de Cristo, el profetismo cristiano nos llevará a seguir a Jesús hasta la muerte.
Le piden milagros tanto los que lo admiraban como los que lo odiaban, pero ¿a qué fin hacer prodigios donde no hay fe? y Jesús una vez más se atreve a enfrentarse a las estúpidas intenciones de los fariseos. Y les recuerda...« Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra», pero aunque no seamos bien venidos en nuestra tierra, tengamos presente que Aquí estamos de paso, aunque nos duela que no nos escuchen, y como tenemos el ejemplo de Jesús, pues…no lo pensemos y no callemos en anunciar la Buena Noticia, quieran o no quieran escucharnos, ya que ignoramos a qué corazón puede abrir una palabra de Amor. Porque el amor hace posible y da valor a todas las cosas.

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