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jueves, 19 de noviembre de 2009

EL SERMÓN DE LA MONTAÑA







FELICES LOS LIMPIOS DE CORAZÓN



Sor.Cecilia Codina O.P
Monasterio de Santa Catalina de Siena
(Paterna Valencia)




Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios, es a nuestro entender la bienaventuranza que abarca todo el programa de santidad que propuso Jesús en la montaña.
Quién es realmente limpio de pensamiento, palabra y obra, no puede ser otra cosa que: « Pacífico y pacificador. Pobre porque el limpio no necesita otra vestidura que mostrar lo que es, agradecido.»

Misericordioso.- Porque se siente agraciado por el amor de Dios y lo regala sin medida, « tiene el corazón tremendamente vulnerable a las necesidades de su prójimo y para él no cuentan los respetos humanos.»

.Es feliz dentro de tener que sufrir.- No solo en el cuerpo sino también porque es un estorbo para una parte de la sociedad y por ello es perseguido y ya sabemos con cuanta crueldad hoy día se pueda martirizar al ser humano. .-De todas las Bienaventuranzas, quizás esta es la que más nos representa la santidad o una parte importante de ella, ya que es realmente heroica, y santificadora. Esa alma solo vive pendiente de « Aquel que ama» y su forma habitual es la de disculpar los ataques fraternos que atentan contra la misma caridad, núcleo de la vida fraterna.

Es un ser hambriento y sediento por la justicia de Dios.-El ser que ha tenido una experiencia amorosa de Dios, transforma toda su vida y la hace trabajar constantemente para identificarse con su hermosura, pues ya que sabemos que Dios es amor ¿Por qué perder esa oportunidad de ser su voluntad? ¿Qué es lo que Dios quiere de nosotros? El Señor solo nos pide que amemos, no nos dice que «Hagamos o seamos tal o cual cosa», en el Padrenuestro decimos: «Hágase tu voluntad en el cielo como en la tierra»y que sepamos que en el cielo la voluntad del Señor es «AMOR» ya que allí no existe la posibilidad de «Un hacer.»

Para llegar a la plenitud de las Bienaventuranzas, es necesario entenderlas desde sus dos vertientes:
La primera es inspirada en A.T, que con frecuencia habla de los pobres, de los mansos, pero al mismo tiempo hemos de entenderlo desde la misma luz que nos da el Evangelio, en el que habla en un segundo término del «Premio de la vida eterna, merecer su reino».
*Merecer su reino, es haberse abandonado en la «Barca en medio de la tormenta y no despertar a Jesús para que nos saque del apuro, es confiar que está con nosotros y en nosotros.»(Mat. 8-23)
*Merecer el Reino, es haberse sentido mirado por Jesús (LC 19-10), como fue mirado Zaqueo y dejar que penetre «La salvación en nuestra casa, nuestra alma».
*Merecer el Reino, es haberse sentido pecador y humildemente arrepentido como el publicano (LC 18-13).
*Merecer el Reino, es compartir plenamente los deseos de Dios como lo hizo la Virgen María. «Gocémonos en un corazón limpio, y la paz nos aligerara la espera del Cielo»




1 comentario:

  1. Ciertamente, las bienaventuranzas, como lo señala en su segunda vertiente, nos enseñan el fin último al que Dios nos llama: el Reino, la visión de Dios, la participación en la naturaleza divina, la vida eterna, la filiación, el descanso en Dios.

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